jueves, 5 de noviembre de 2009

Asesinos en serie


Ted Bundy

Theodore Robert Cowell Bundy, más conocido como Ted Bundy fue un asesino en serie estadounidense, autor de aproximadamente 30 asesinatos que sentenciaron su ejecución en la silla eléctrica. Es conocido por sus sanguinarios crímenes y su alarmante cantidad de delitos.


Su madre fue Louise Cowell y su padre un veterano de la fuerza aérea cuya identidad Bundy desconoció toda la vida. Tras su nacimiento, Louise fue a vivir con sus padres. Además, se le hizo creer al niño que sus abuelos eran sus padres y que su madre biológica era su hermana mayor. Esta decisión se tomó con el objetivo de proteger a la joven mujer de las críticas de la sociedad en contra de las madres solteras. Sin embargo esto resultaría negativo para Bundy, ya que en algún momento debía enterarse del engaño. A la edad de 4 años Bundy y su madre se mudaron a Tacoma, Washington, a vivir con otros parientes. En ese lugar la madre se enamoró de un cocinero del ejército llamado Johnnie Culpepper Bundy, con el cual se casó en mayo de 1951. De ese modo Ted asumió el apellido Bundy que conservaría toda la vida. El matrimonio fructificó con 4 hermanos más para Bundy y a pesar de que Johnnie trató de formar un lazo afectivo de padre a hijo con Ted incluyéndolo en todas las actividades familiares, este no pudo solidificarse nunca.


La aparición de sus primeros rasgos psicopáticos se produce en su juventud. Una vez recluido confesó que espiaba a las chicas cambiarse de ropa, es decir, verlas desnudas, poco después comenzó a interesarse en la pornografía, leer revistas, pero más tarde a leer textos en los que la violencia ahoga al hecho sexual. Esto alimentó sus fantasías, por eso, el 4 de enero de 1974, Bundy entró al cuarto de Joni Lenz, de 18 años y estudiante de universidad. La golpeó con una palanca metálica, inclusive removió una pieza de la cama de la víctima y la agredió sexualmente con la misma. Al día siguiente, la mujer fue encontrada en un charco de su propia sangre. Sobrevivió pero con daño cerebral permanente. La siguiente fue Lynda Ann Healy, de 21 años, estudiante de psicología en la Universidad de Washington. El 31 de enero de 1974, Bundy logró colarse a su dormitorio y la golpeó dejándola inconsciente. La vistió para luego envolverla en una sábana. Sus restos decapitados fueron hallados un año después en las montañas cercanas. La noche de su desaparición, sus vecinos de cuarto nada pudieron escuchar, así que nadie notó la ausencia de la muchacha hasta el día siguiente, cuando sonó el despertador y el teléfono. Finalmente los padres se preocuparon ante la ausencia de Lynda, pero la policía consideró que no se podía establecer que algún crimen grave hubiera sido cometido, a pesar de hallarse en su habitación una funda de almohada y un par de sábanas ensangrentadas y en el armario su camisón con el cuello también ensangrentado.No se tomaron mayores muestras ni estudios del escenario del crimen.


Durante la primavera y verano de 1974, bajo similares circunstancias, siguieron desapareciendo jovencitas universitarias. Todas ellas eran mujeres atractivas, de cabello a los hombros, lacio y de color oscuro. Igualmente, su desaparición fue descubierta por las mañanas, cuando se ausentaban de sus labores cotidianas. Al menos 8 víctimas se contabilizaron hasta que Bundy atacó a plena luz del día. Mientras tanto la policía comenzó la investigación; los testimonios apuntaban hacia un hombre a quien se identificaba por "Ted", que solicitaba la ayuda de jovencitas que veía pasar. Se le veía en apuros cargando libros, pues traía un brazo enyesado o con un cabestrillo. Otras veces también se le vio en problemas para echar a andar su volkswagen. En otras ocasiones fue visto merodear el sitio donde habían desaparecido dos muchachas, así que la policía ya tenía varias pistas de quien podría ser el responsable de los crímenes.
El 9 de febrero, Carol Valenzuela de 20 años desapareció de Vancouver, su cuerpo no fue descubierto hasta octubre junto con los restos de otra mujer que jamás ha podido ser identificada. Dos días después de la desaparición de Valenzuela, tuvo lugar en Holladay la desaparición de Nancy Wilcox, de 16 años, cuyo cuerpo jamás fue encontrado.
El 12 de marzo desapareció otra estudiante, Donna Mason, de 19 años. Fue vista con vida por última vez alrededor de las 7 de la tarde dirigiéndose a un concierto de jazz en el campus.
Susan Rancourt, de 18 años, desapareció el 17 de abril mientras caminaba por los jardines del Central Washington State College. Debía encontrarse con un amigo para ir a ver una película alemana, pero nunca llegó a la cita. Fue vista por última vez a las 9 de la noche al salir de una reunión con uno de sus asesores escolares.
La siguiente víctima de Bundy sería Roberta Parks de 20 años. La secuestró mientras ella se dirigía al dormitorio de unas amigas para tomar un café. Bundy usó el truco de aparecer como lesionado y le pidió que le ayudase a subir algunas cosas a su coche.
El primero de junio de 1974, Brenda Ball de 22 años salió de la Taverna Flame en Burien tras comentar a sus amigos que iba a buscar a alguien que la llevara a Sun City. Fue vista por última vez en el estacionamiento de la taberna charlando con un hombre con el brazo en cabestrillo. Sus amigos tardaron 19 días en darse cuenta de que jamás había llegado a su destino. El día 11 de ese mismo mes Bundy volvió a matar. Esta vez la víctima fue Georgann Hawkins de 18 años, a quien secuestró detrás de la fraternidad Kappa Alpha Theta en Seattle. Georgann, tras salir de una reunión, pasó a despedirse de su novio y a recoger algunos libros que necesitaba para un examen de Español. Su compañera de cuarto se extrañó al ver que no llegaba y llamó al novio de Georgann quien le dijo que había salido de allí a la 1 de la madrugada. La compañera se preocupó y despertó a la encargada del dormitorio. Juntas esperaron su llegada hasta la mañana siguiente, cuando llamaron a la policía quiénes, habiendo sido alertados de otras desapariciones en el área, comenzaron a investigar inmediatamente.


El 8 de noviembre de 1974, la policía consiguió, por fin, un testigo capaz de ponerles sobre la pista del asesino.
Carol DaRonch, de 18 años, declaró que esa tarde un hombre atractivo se se le había acercado en la librería Waldens Books de Utah. El extraño, tras identificarse como el oficial Roseland, le había dicho que había visto a alguien tratando de robar su coche y le había pedido que lo acompañara al aparcamiento para averiguar si habían robado algo. Carol pensó que el hombre era un guardia de seguridad del almacén, así que le siguió y cuando llegaron al coche le comunico que todo estaba en orden y no faltaba nada.
El hombre insistió en acompañarla a la estación de policía para interponer la denuncia contra el supuesto criminal. Cuando la acompañaba hacia su coche, un Volkswagen de color azul pálido, ella percibió un cierto olor a alcohol en su aliento, lo que le hizo sospechar, así que le pidió su identificación. Él, mientras se reía, le enseñó rápidamente algo parecido a una credencial y la convenció de subir al coche. Inmediatamente se puso en marcha a toda prisa y le indicó que se pusiera el cinturón de seguridad a lo cual ella se negó con la intención de saltar del coche a la primera oportunidad, pero iban demasiado rápido y definitivamente no se encaminaban a la comisaría.
Repentinamente el extraño detuvo el vehículo e intentó esposarla, Carol luchó y como resultado ambas esposas terminaron colocadas en la misma muñeca. Ella grito por su vida, el hombre saco una pistola de pequeño calibre y amenazo con matarla si no se callaba. Carol forcejeó, le golpeó en la cara y saltó del coche. Pronto lo vio venir con una barreta en la mano. En el forcejeo que siguió a aquello, Carol luchó logrando golpearle en los genitales con el pie y huir, gritando aterrorizada, hacia el camino donde fue encontrada por una pareja de ancianos que inmediatamente la acompañaron a la policía.
En la estación Carol contó lo que uno de sus agentes le había intentado de hacer, pero resultó que no había ningún oficial de apellido Roseland, así que enviaron inmediatamente una patrulla al lugar de los hechos. Así la policía pudo conseguir la descripción del tipo, del vehículo y el tipo de sangre del atacante; O positivo, el tipo de Bundy.


El primero de julio, Shelley Robertson, de 24 años, decide iniciar uno de sus acostumbrados paseos por el país viajando de autostop, sus amigos no se preocupan demasiado cuando pasan varios días sin verla. Testigos aseguraron haberla visto en una gasolinera hablando con un hombre que conducía un viejo camión. La próxima vez que se supo de ella fue el 21 de agosto siguiente, cuando su cuerpo fue descubierto por dos estudiantes de minería en el pozo de una mina cercana a Georgetown.
Gracias a la descripción del asesino, una amiga cercana de Meg Anders lo identificó como Ted Bundy, de quien tenía muy mala impresión. Ya que el parecido era innegable, se lo hizo saber a su amiga, que irónicamente estaba al tanto de los crímenes y escribía regularmente reportes acerca del asunto. De hecho Anders llegó a convencerse de que su novio podía ser el asesino, pues muchas claves apuntaban directamente hacia él. El parecido de Ted con el croquis de la policía, el hecho de que conducía un Volkswagen sedan, como el asesino. Además vio muletas en su departamento, a pesar de que él no se había lesionado. Dada la situación, llamó de manera anónima a la policía sugiriendo que su actual novio podía tener algo que ver en las muertes. A pesar de que facilitó fotos recientes de Bundy a la policía, los testigos fallaron al tratar de hacer la correspondiente identificación. La policía desechó esa pista para enfocarse en otros reportes. La atención hacia Ted Bundy se disipó hasta algunos años después. Mientras tanto el asesino se confió en la estrategia de pasarse de un estado a otro, para evitar que la policía descubriera alguno de sus patrones. Así, sus intentos y avances fueron cada vez más burdos y arriesgados, al grado de que las víctimas ya no caían tan fácil, algunas convirtiéndose en útiles testigos, que más tarde hicieron posible la captura de Bundy.
Las pruebas contra Bundy eran ya inobjetables; se le detuvo debido a que los oficiales de camino, en cada condado son conocedores de todos los vecinos y ponen mucha atención en los coches que no conocen. La noche del 16 de agosto de 1975, en una carretera de Utah, un patrullero en servicio vio un Volkswagen que le pareció sospechoso, puso las luces largas para mirar mejor el número de su placa, momento en el que el conductor del Volkswagen comenzó a acelerar, dándose a la huida. El sargento Bob Hayward solicitó la ayuda de otras unidades y el Volkswagen fue detenido poco después. En las primeras inspecciones fueron halladas la palanca de metal (arma predilecta de Bundy), esposas, cinta y otros objetos que hicieron sospechar inmediatamente del detenido. La evidencia hallada fue ligada paulatinamente a la desaparición de otras mujeres (Melissa Smith, Laura Aime y Debby Kent) y gracias a la colaboración de la directora del teatro de la escuela por la que merodeaba Bundy y de Carol DaRonch, la identificación de Bundy fue corroborada policialmente. La policía supo que tenía en su poder al sujeto indicado y comenzó la investigación a gran escala del hombre identificado como Theodore Robert Bundy.


El 23 de febrero de 1976 comenzó el juicio contra Ted Bundy por secuestro agravado. El acusado llegó a la sala confiado y dueño de sí mismo, pensando que no había suficiente evidencia en su contra. No previó el impacto que tuvo la declaración de Carol DaRonch, a quien el fiscal pidió identificar al hombre que la atacó. Sin dudarlo, señaló directamente a Bundy, a la vez que estalló en llanto. En su defensa dijo que ni siquiera conocía a la chica, pero tampoco tuvo alguna coartada del día de los hechos. Al juez le tomó el fin de semana revisar a fondo el caso, y el acusado fue sentenciado el 30 de junio a una condena de 15 años, con posibilidad de libertad condicional. En la prisión se le efectuaron las pruebas psicológicas que el juez había ordenado. Los doctores determinaron que Bundy no estaba psicótico, sexualmente desviado, ni dependiente de drogas y alcohol o que sufriera de algún daño cerebral. Estando preso en Utah, se prepararon más procesos contra Bundy.


El primer juicio por asesinato que enfrentó Theodore Robert Bundy, comenzó el 25 de junio de 1979 en Miami, Florida. En este caso la corte se centró en los crímenes contra la fraternidad Chi Omega y fue este juicio el que selló el destino de Bundy.


El 24 de enero de 1989, a las 7 AM con 4 minutos Theodore Robert Bundy fue ejecutado en la silla eléctrica. Según se reporta, tuvieron que sacar a Bundy de su celda por la fuerza. Fuera de la cárcel numerosas personas esperaron la noticia y cuando el vocero de la institución declaró la muerte de Bundy se escucharon vítores y aplausos, incluso hasta fuegos artificiales fueron lanzados. Momentos después sale una carroza funeraria camino al crematorio. Al pasar, la multitud aplaude.


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